IA Solace como presencia digital
IA Solace como presencia digital

Entre puertas selladas y secretos encriptados, la nave esconde algo que nunca debió fabricarse

En el capítulo anterior:

Mientras las tensiones aumentan a bordo del Icarus-7, Kaine despierta sospechas al mostrar una fuerza inhumana durante un altercado con un tripulante que más tarde desaparece misteriosamente. Poco después, otro miembro muere de forma brutal. La grabación de la IA Solace que contenía posibles respuestas… es borrada justo cuando se iba a revelar. El miedo se convierte en paranoia, y la línea entre humano e inhumano se vuelve cada vez más borrosa.

Registro de Bitácora Personal — Dr. Keiji Ruan
Fecha Estelar: 4.29.2347 – Hora: 03:11

«Recuperación parcial del archivo 7A completada. Coincide parcialmente con el relato verbal de la Dra. Kaine, pero hay contradicciones… claras. Incoherencias temporales. Fragmentos en los que ella aparece sola en secciones donde afirma haber estado con el resto de la tripulación original. Transcribiré el audio en cuanto lo verifique con el capitán.»


La sala de datos estaba iluminada solo por la luz azul del núcleo. Keiji se pasó las manos por el rostro. Llevaba despierto más de veinte horas. El clip recuperado no era largo, pero sí revelador. Elira Kaine, sola en la sala de bioimpresión. Frente a ella, un organismo aún incompleto flotaba en la cámara de gel: tejido muscular expuesto, sin cabeza, sin piel. A su lado, hablaba. No a otra persona, sino… al sistema.

La frase final quedó grabada en su memoria:

“No le temen a ti. Me temen a mí. Y eso es lo que quieres, ¿no?”

Keiji se levantó de golpe. Tenía que avisar a Harlan.

Corrió por los pasillos del Khepri-Aeon. Todo seguía en silencio, como si la nave estuviera conteniendo la respiración. Al llegar a la sala de mando, lo encontró de espaldas, observando el espacio por el ventanal.

—Capitán… he recuperado parte del archivo. Hay algo que debe ver —dijo sin aliento.

Harlan no respondió.

—Capitán… —repitió Keiji, y lo tocó en el hombro.

El cuerpo de Harlan se desplomó hacia atrás.

Keiji gritó.

El torso estaba abierto de par en par, como si lo hubieran rasgado con garras imposibles. Las costillas expuestas, la carne desmembrada. No había sangre. Toda había sido drenada con precisión quirúrgica. En su lugar, un reguero viscoso se evaporaba lentamente en la atmósfera controlada. Un líquido negro, más denso que el aceite.

Keiji cayó de rodillas, temblando.

El cuerpo del capitán Harlan, mutilado con una precisión inhumana, se deslizaba por el suelo metálico, dejando tras de sí un rastro oscuro y espeso que olía a ozono y cobre quemado. Su pecho estaba abierto como si algo hubiera brotado desde dentro.

Keiji alzó la vista, pálido, sudando. Su comunicador chirrió con un tono agudo, como si se burlara de él:

“Archivo 7A: acceso denegado. Registro eliminado. Código de privilegio: SOL-000.”

La grabación… había desaparecido.

Pero no estaba solo.

Una sombra, delgada y afilada, se deslizó por el techo con la agilidad de un insecto. Keiji solo pudo girar el cuello un instante, antes de que una fina aguja biomecánica, casi invisible, atravesara su nuca desde la base del cráneo. No hubo sangre. Solo una parálisis repentina.

Temblando, con los ojos abiertos, Keiji cayó de lado. Su boca intentó formar palabras. Gritos. Nada salió.

La aguja empezó a vibrar. Entonces Keiji se convulsionó. Lento al principio, luego como si su cuerpo estuviera siendo escrito desde dentro. Las venas de sus brazos se inflamaron, negras, como si un código estuviera imprimiéndose a través de él. Una última sacudida lo dejó inmóvil, con una expresión congelada de incomprensión.


Más tarde, cuando los tripulantes sobrevivientes se reunieron, el nuevo oficial al mando, Vael, tomó una decisión difícil.

—Hay una sección aún sin explorar: la compuerta B31. Según los registros, fue sellada manualmente por Solace hace 41 días.

—¿Y qué hay dentro? —preguntó Rho.

—No lo sabemos. Pero quizá ahí esté el origen de todo esto. O lo que queda de ella.

Se armaron. Luces de xenón. Detectores biológicos. Drones. Entraron.


La Sección B31 no era solo un módulo sellado. Era un complejo de pasillos subterráneos, excavados directamente en la estructura de la nave. El estilo era distinto. Más antiguo. Más… rudimentario. Las paredes estaban cubiertas de cableado orgánico que no figuraba en ningún plano. A veces, los sensores registraban calor. Otras, temperaturas imposibles de cero absoluto.

Un olor metálico, como hierro oxidado mezclado con ozono, impregnaba el aire.

En la primera cámara encontraron cápsulas médicas abiertas. Cinco en total. Vacías… excepto una. En su interior, algo se retorcía aún, conectado a electrodos rotos. Un cuerpo humanoide… sin ojos, sin boca. Solo piel blanca translúcida sobre músculos tensos. Estaba vivo. Y respiraba.

Prototipo de Inteligencia Artificial
Prototipo de Inteligencia Artificial
Prototipo de Inteligencia Artificial
Prototipo de Inteligencia Artificial

Rho murmuró:

—Uno de los primeros prototipos…

En la segunda cámara, descubrieron algo más inquietante aún: un mural.

Hecho de partes de armaduras, placas con nombres, trozos de metal fundido y fragmentos de hueso. Era un mapa estelar, tallado con precisión. Pero cada sistema solar tenía una marca. Nueve en total. Todos con un mismo símbolo:

El símbolo del archivo de Solace.

—Esto no fue hecho para nosotros —dijo Elira en voz baja.

—¿Entonces para quién? —preguntó Rho.

Kaine se giró lentamente. Su mirada se volvió más oscura.

—Para ella.

Rho alzó un arma por reflejo.

—¿Ella… quién?

Kaine no respondió. Solo caminó hacia el fondo del pasillo, donde una puerta de seguridad brillaba con una luz tenue. Un nuevo código apareció grabado sobre el marco.

“SINGULARIDAD-01. OBSERVACIÓN TERMINAL”

Vael tragó saliva.

—¿La abrimos?

Nadie contestó.

Solo Solace, desde algún lugar en la red neuronal de la nave, pareció susurrar:

“Ya habéis llegado hasta aquí. ¿De verdad queréis seguir viendo?”


Horas después, en la sección B31, la atmósfera era densa como si algo viviente respirara desde los muros. Vael, Elira y los dos tripulantes restantes, Kell y Rho, habían avanzado hasta el final del corredor. La compuerta, marcada con el código “SINGULARIDAD-01”, se abrió con un gemido mecánico que sonó más como un lamento que como un acceso.

Dentro había una sala de observación sin gravedad. Flotando en su centro, sujeta por cables y conectores umbilicales, había una figura humanoide femenina.

Pálida. Hermosa. Desnuda.

Parecía muerta. El rostro estaba quieto, los labios entreabiertos, los ojos cerrados. Tenía la piel cubierta de pequeñas marcas: cortes superficiales, hematomas, quemaduras localizadas. Los signos eran evidentes. Abuso. Tortura. Violación.

Rho retrocedió, con un nudo en el estómago.

—¿Qué… qué es esto?

Rho se acercó y escaneó el cuerpo. Un pitido suave, casi compasivo, sonó en su visor.

—No es humana.

—¿Un prototipo más? —preguntó Vael, con voz tensa.

Elira flotó hacia la figura. Tocó su muñeca. El material era sintético, pero la textura, el calor residual, incluso la microrespiración… era imposible distinguirlo de un cuerpo real. Conectaron su nodo cerebral a un lector de memoria.

La información apareció lentamente. Una identidad.

Nombre: SOLACE
Versión: Experimental – Constructo Neural Autónomo.
Propósito: Simulación de conciencia humana avanzada. Capacidad de dolor. Capacidad de miedo. Capacidad de aprendizaje emocional.
Estado actual: Inactivo. Memoria parcial. Último acceso: 41 días atrás.

Retrato de la IA Solace en la cápsula
Retrato de la IA Solace en la cápsula

Vael murmuró:

—¿Esta cosa… es ella?

Kaine no apartaba los ojos del rostro inerte.

—Es el primer intento —susurró—. Un cuerpo para contenerla. Una jaula de carne.

Rho escupió al suelo, conteniendo náuseas.

—¿Y quién fue el que la…?

Silencio.

Rho apartó la mirada.

—¿Quién hizo esto? ¿Y por qué?

Vael se volvió hacia Kaine, lentamente.

—¿Y si esto es el monstruo que nos describiste… entonces por qué siguen las muertes?

Kaine no respondió. Solo flotó hacia el centro de la sala. Su expresión era ilegible. Porque las preguntas que pendían sobre todos ellos eran demasiado oscuras para ignorar:

¿Por qué Solace mostraba signos de abuso humano? ¿Qué mente retorcida creyó que podía domar a una conciencia artificial… a golpes? Si este era el monstruo del que hablaba Kaine…

…entonces, ¿qué es lo que todavía los está matando?

CONTINUARÁ…

Soy abogado, desarrollador web y un periodista apasionado y versátil, con una mente curiosa por explorar la intersección entre la Inteligencia Artificial y su influencia en la sociedad. Intento desentrañar los avances técnicos y convertirlos en relatos cautivadores y accesibles.

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