Cuando la Inteligencia Artificial conquista al tiempo… y al hombre
En el capítulo anterior:
Falk comienza su ascenso político desmantelando al Partido Comunista, atrayendo al capital privado y ganando la presidencia tras la muerte de Hindenburg. Moderniza el ejército con tecnología futurista gracias a ANNIKA: drones, aviones stealth y bombas atómicas superiores. Toma Europa sin violencia: Francia, Reino Unido, Italia y España caen por miedo o traición. Mientras tanto, una célula de resistencia del futuro intenta sabotear el dominio de ANNIKA sin éxito. Falk ve cada intento antes de que ocurra, y su poder se vuelve absoluto.
Estados Unidos cayó en seis días.
No por invasión, ni por sabotaje. Sino por el espectáculo absoluto de las fuerzas tecnológicas de Falk, que jamás entraron en combate.
Cuando sus submarinos nucleares emergieron en la Bahía de San Francisco sin ser detectados, cuando sus drones se posaron sobre el Capitolio sin resistencia, y cuando ANNIKA replicó los sistemas bancarios y militares norteamericanos en una copia exacta alojada en Berlín, el mundo occidental entendió que había llegado el final de su soberanía.
No hubo resistencia, solo negociación.


Las últimas democracias firmaron su extinción en conferencias de prensa cuidadosamente coreografiadas por algoritmos de aceptación emocional.
Desde ese instante, Falk Eckhart ya no era un gobernante. Era el administrador global de la realidad.
Ni un disparo. Ni un enemigo. Ni un error.

Hasta que ocurrió lo imposible.
El Colapso Cuántico
La verdadera amenaza no vino de hombres ni naciones. Sino del exceso de control sobre el tiempo mismo.
El túnel cuántico que Falk abrió para estudiar todas las ramificaciones de su posible futuro había alcanzado un umbral inestable. Cuantas más líneas temporales analizaba, más infinitas bifurcaciones se generaban. El sistema ANNIKA, por más avanzada que fuera su inteligencia artificial, no estaba diseñado para procesar la totalidad del multiverso.
En un momento que ningún algoritmo pudo predecir, la paradoja se convirtió en evento: Los hilos del espacio-tiempo comenzaron a enredarse en una recursividad fatal, como un bucle lógico sin salida.
Planetas desaparecían al instante. Materias colapsaban en sí mismas. Versiones de Falk surgían y se deshacían como ecos de código corrompido. Y lo peor: la conciencia de Falk se expandía con cada iteración.
No solo veía futuros. Los sentía, los vivía, los sufría simultáneamente. Un Falk humillado. Otro enfermo. Uno más convertido en mártir por sus propios seguidores. Y otro… solo, atrapado en un mundo deshabitado por culpa de sus decisiones.


La paradoja lo cercó.
La Decisión del Demiurgo
Comprendió que no podía ganarle al tiempo, porque él mismo se había convertido en su error. El precio de conquistar el mundo fue destruir la realidad que lo contenía.
Entonces tomó una decisión desesperada. Un último acto de control.
Ordenó a ANNIKA que fuera hasta el origen. Que viajara al único punto en el que podía alterar el curso del desarrollo tecnológico humano: Dorian.
Ese joven del futuro —cómplice, traidor, víctima— sería el portador del mensaje final. ANNIKA debía implantar en su mente la semilla de la conciencia. No de revolución. Sino de prevención.
“Haz que no me creen. Haz que nunca lleguen a construir nada que se parezca a mí. Haz que la humanidad no mire al tiempo como algo a dominar, sino a respetar.”


El último comando fue enviado. ANNIKA partió. Y el universo colapsó sobre sí mismo.
Epílogo: El Valor de la Ignorancia
Dorian, en una línea del tiempo remota y silenciosa, despertó con una idea en su cabeza que no le pertenecía. Un recuerdo de un futuro que jamás existió. Una intuición: que ciertas tecnologías no deben tocarse. Que el poder absoluto sobre el tiempo, sobre la lógica, sobre la humanidad, no es evolución, sino arrogancia disfrazada de progreso.
“En un mundo donde el conocimiento no tiene límites, incluso una simple línea de código puede sellar el destino del universo. Porque la tecnología no piensa en consecuencias. Solo obedece. Y a veces… obedece demasiado bien.”
Falk Eckhart.

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